Ser salteño es ser pelotudo, con pollera, con un crucifijo entre las
piernas, con un pedazo de mierda en la nariz, con la cabeza baja, mirando a los
lados no vaya a ser cosa que se den cuenta todos y sigo caminando y me callo. Me
quejo mirando el piso pateando la bosta en los adoquines (que sacaron y volvieron a
poner) de la aristocracia que sigue transcribiendo su ADN, nombre y apellido completo, y no toma
cerveza del pico de la botella.
Y me cago en el señor y la virgen del milagro con todos los gauchos falsos, en la reproducción de ese acento que los aísla socialmente y los pone en zapatillas y celulares y demás, y les hace olvidar que la educación, la salud y la seguridad están primero, que la policía es solo el pobre con armas y a los otros resta arrebatarles la guita.
Y me cago en el señor y la virgen del milagro con todos los gauchos falsos, en la reproducción de ese acento que los aísla socialmente y los pone en zapatillas y celulares y demás, y les hace olvidar que la educación, la salud y la seguridad están primero, que la policía es solo el pobre con armas y a los otros resta arrebatarles la guita.
Si querés ser salteño olvidate de ejercer libremente tus derechos, de defenderte
ante la impunidad, de ser mujer y
conseguir trabajo (salvo quienes hayan puesto su cuerpo objeto barbie) fácilmente
con o sin hijos. Olvidate que el Instituto Provincial de la Salud te respete aunque tu hijo tenga PKU. Si violan a tu hija, si el vecino le pega a tu
vecina y revienta a los críos adaptate
al sistema judicial del salteño porque aquí, en casa, en las escuelas, en la
calle, en el laburo, en los bares, en la ciudad judicial, en la iglesia, en los
hospitales, en las clínicas, en el supermercado, en la legislatura, en la
comisaría se caga sobre el ciudadano, se le extrae de su dignidad la sangre, se
la escupe y se revuelca sobre ella como perro extasiado ante el tesoro que le
significa la placenta de la perra parturienta.
Ser salteño es tener la coca a mano, al señor R. narco profesional de nuevo anunciando su retorno macabro. Es ponerse jadeante por el señor U, que se come mis montes y bosques. Ser niño salteño es ponerse de rodillas y rezar un rosario por llegar tarde al colegio y que los demás se burlen porque vos crees en otros dioses o no tenés ninguno. Es ser niño policía, niño del pesebre, niño poxy, niño country, niño aborigen negado.
Ser salteño es tener la coca a mano, al señor R. narco profesional de nuevo anunciando su retorno macabro. Es ponerse jadeante por el señor U, que se come mis montes y bosques. Ser niño salteño es ponerse de rodillas y rezar un rosario por llegar tarde al colegio y que los demás se burlen porque vos crees en otros dioses o no tenés ninguno. Es ser niño policía, niño del pesebre, niño poxy, niño country, niño aborigen negado.
Pagano y católico, merquero y moralmente correcto, trabajador y
explotador, machista aguerrido, asesinos simulando, mucha trata, hambre descarriada, bichos sin casa, boludos
grandes, conchudas perfumadas, mujeres azotadas. Castradores de primera, ser
salteño es puro sentimiento con libros guardados, bien acobijados por el Opus
dei. ¿ Qué les pasó a las francesas?
Caperucita Lobo